08/11/2024
La buena noticia es que el dolor de espalda rara vez es síntoma de algo grave y suele ser relativamente efímero. La mala noticia es que es una dolencia común para muchos adultos. Alrededor del 80 % de los adultos experimentan dolor de espalda en algún momento de sus vidas.
Casi el 90% de los casos de dolor de espalda son temporales y las personas se recuperan funcionalmente por completo dentro de las 12 semanas siguientes a la aparición de los síntomas.
Algunas de las causas más comunes del dolor de espalda incluyen:
Artritis
El dolor lumbar suele ser causado por osteoartritis, o artritis por desgaste, el tipo más común. Así como la artritis afecta las rodillas, las caderas, las muñecas y los hombros, también afecta la columna vertebral. La columna vertebral tiene más de 30 segmentos, cada uno con cuatro articulaciones y discos, que pueden desarrollar artritis.
Las articulaciones de la espalda pueden hincharse y agrandarse, de forma similar a los síntomas de la artritis en los nudillos de la mano. Esta inflamación y agrandamiento puede provocar un estrechamiento del espacio alrededor de la médula espinal o las raíces nerviosas, una afección denominada estenosis espinal.
Además, el cartílago se degenera con la edad, por lo que el movimiento de las articulaciones hueso con hueso puede causar dolor durante el movimiento.
Discos abultados o rotos
Los discos son la amortiguación entre los huesos de la columna vertebral que absorbe el impacto, de forma similar a la suspensión de un automóvil o una bicicleta de montaña. Los discos pueden abultarse o romperse y presionar un nervio. Además, pueden degenerarse con el tiempo y perder la capacidad de amortiguar el impacto diario promedio, lo que puede provocar dolor de espalda.
Distensión muscular o de ligamentos
Levantar objetos pesados repetidamente o torcer la espalda rápidamente puede tensar los músculos y los ligamentos de la columna. Llevar peso adicional puede tensar la espalda y provocar dolor.
No siempre es posible determinar la causa del dolor de espalda. A veces, puede atribuirse a una distensión muscular provocada por una caída o por levantar algo pesado. Lo más habitual es que las personas no puedan relacionar su dolor con ninguna actividad o acontecimiento específico.
En raras ocasiones, el dolor de espalda puede ser un signo de algo grave.
Sin embargo, debés consultar si tenés dolor que:
– Acompaña la pérdida de peso no deseada.
– Se presenta con hinchazón, enrojecimiento en la espalda y fiebre, lo que podría indicar una infección.
– Provoca debilidad, entumecimiento u hormigueo en una o ambas piernas.
– Sigue a una caída, un golpe en la espalda u otra lesión.
– Ocurre durante o después del tratamiento del cáncer.
– Es constante o intenso, especialmente durante la noche o cuando te acostás.
– Se presenta con nuevos problemas de control de los intestinos o la vejiga.
– Se extiende a una o ambas piernas, especialmente si el dolor se extiende debajo de la rodilla.
Si bien es posible que desees ir al sillón cuando sentís dolor, la actividad ligera contínua y el estiramiento pueden ayudar en la recuperación.
Está bien realizar actividades habituales e incluso ejercicios ligeros, a menos que la actividad empeore el dolor. Recuperarse de una lesión implica un aumento gradual de la actividad. Escuchá tu cuerpo e intentá seguir moviéndote.
Evitá acciones que estresen aún más tu espalda, como agacharte para atarte los zapatos, torcer todo el cuerpo, doblarte desde la cintura o realizar ejercicios de alto impacto.
El reposo, la aplicación de calor en las zonas afectadas y los analgésicos de venta libre, como ibuprofeno o paracetamol, pueden ser suficientes para aliviar el dolor. Sin embargo, si el dolor no mejora, sugerimos consultar a tu médico para que te realice una evaluación.
¿Cómo se puede prevenir el dolor de espalda?
La mejor manera de evitar el dolor de espalda es prevenirlo cuidando bien la espalda.
Las actividades recomendadas incluyen:
Ejercicio
Caminar, nadar y realizar otras actividades aeróbicas de bajo impacto pueden fortalecer la espalda.
Desarrollá la fuerza y la flexibilidad muscular
Estirar la espalda y fortalecer los músculos de la espalda y del torso puede ayudar a proteger la espalda. Las planchas y las flexiones son buenas formas de ayudar a desarrollar el torso.
Sentarse, pararse y levantar objetos correctamente
Evitá encorvarte y permanecer de pie o sentado en la misma posición durante demasiado tiempo. Cuando necesites levantar algo pesado, hacelo con las piernas, no con la espalda.
Mantené un peso saludable
Tener kilos de más tensiona los músculos de la espalda.
Si fumás, dejá de hacerlo
Fumar reduce el flujo sanguíneo a través de los vasos sanguíneos más pequeños de todo el cuerpo y puede reducir la capacidad del cuerpo para curar heridas.
Fuente: Mayo Clinic.
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