¿Cuánta azúcar estás consumiendo?

Las encuestas realizadas por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés), muestran que el consumo de azúcar ha aumentado cada año desde 1982 a la actualidad.

Las fuentes de este azúcar comúnmente incluyen el azúcar de caña, el azúcar de remolacha, el jarabe de maíz y el azúcar de maíz.

La causa de este aumento está muy relacionada con los azúcares añadidos en una amplia variedad de refrescos y comida chatarra procesada.

El consumo de refrescos ha aumentado dramáticamente desde hace unas cuantas décadas, las principales empresas productoras de refrescos han incrementado sus ventas significativamente.

Se estima que aproximadamente el 33% de la ingesta de azúcar proviene sólo del consumo de refrescos.

Estas bebidas gaseosas azucaradas aumentan el riesgo de obesidad, que a su vez aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, derrames cerebrales, diabetes, cáncer y otras enfermedades.

El consumo de demasiada cantidad de azúcar también puede afectar la capacidad para pensar con claridad debido al deterioro de la señalización de las células cerebrales.

¿Cuánta azúcar estás consumiendo en estos alimentos de consumo popular?

👉Un helado de vainilla de 84g es igual a 21 cubos de azúcar.
👉Una lata de bebida energética con 27g de azúcar es igual a 7 cubos de azúcar.
👉Un litro de agua con 124g de azúcar es igual a 31 cubos de azúcar.
👉Una galleta con 18g de azúcar es igual a 4,5 cubos de azúcar.
👉Una barra de chocolate con 24g de azúcar es igual a 6 cubos de azúcar.
👉2 panqueques con ¼ de taza de jarabe es igual a 9 cubos de azúcar.

10 pasos para manejar la adicción al azúcar
  1. Reducí o eliminá la cafeína. Los incrementos abruptos de la cafeína pueden producir deshidratación o inestabilidad en los niveles de azúcar en la sangre, lo que causa que los antojos por el azúcar sean más frecuentes.
  2. Bebé agua. Algunas veces los antojos por el azúcar son signos de deshidratación. Antes de consumir azúcar, tomá un vaso con agua y esperá unos minutos.
  3. Consumí vegetales dulces y frutas. Son saludables y deliciosos. Entre más consumas, menos antojos por el azúcar tendrás.
  4. Evitá edulcorantes artificiales y alimentos con azúcar añadida. Utilizá edulcorantes suaves, como frutas secas, Stevia y dátiles.
  5. Mantenete físicamente activo. Empezá con actividades simples, como una caminata o yoga. Comenzá con 10 minutos al día y aumentá gradualmente.
    Te va a ayudar a balancear los niveles de azúcar en la sangre, incrementar la energía y reducir la tensión.
  6. Dormí, descansá y relajate más. Los carbohidratos simples, como el azúcar, son las formas de energía más sencillas de usar por un cuerpo y una mente exhaustos.
    Si te encontrás en un estado de estrés crónico y/o falto de sueño reparador, tu cuerpo deseará la forma de energía más rápida que pueda utilizar – el azúcar.
  7. Evaluá la cantidad de alimentos de origen animal que consumís. De acuerdo con los principios alimenticios (como la Macrobiótica y la Medicina Tradicional) comer demasiados alimentos de origen animal puede provocar antojos por cosas dulces. Los desequilibrios también pueden ocurrir si se consume muy poca proteína animal (para algunas personas).
  8. Eliminá las meriendas bajas en grasa o sin grasa. Estos alimentos contienen grandes cantidades de azúcar para compensar la falta de sabor y grasa, que te llevará al inevitable sube y baja en los niveles de azúcar.
  9. Experimentá con especias. Cilantro, canela, nuez moscada, clavos de olor y cardamomo endulzarán naturalmente tus alimentos y reducirán tus antojos por el azúcar.
  10. No todo antojo es la señal de que tu cuerpo, bilógicamente requiere azúcar.
    Los antojos, con frecuencia, tienen un componente psicológico. Identificando las causas psicológicas de los antojos por ciertos alimentos y haciendo ajustes apropiados en el estilo de vida y las relaciones personales, podés comenzar a encontrar el balance. Cuando la vida se hace dulce por sí misma, ¡no se necesita ningún aditivo!

 

Fuente: @ 2013, 2016 Integrative Nutrition, Inc.

Peso, salud y felicidad: alcanzar el equilibrio justo.

Debido a que el deseo de perder peso se ha vuelto tan común en todo el mundo, se puede encontrar una oferta creciente de artículos, videos y libros sobre el tema.

A veces la cifra que muestra la balanza puede determinar el estado de ánimo de una persona en ese día. Algunos, se obsesionan con lo que deben comer y, más frecuente, con lo que no deben comer. Algunos se preocupan por cuánto deberían pesar y desean tener el cuerpo que

piensan que deberían tener.

El discurso dominante: “todos podemos alcanzar nuestro peso ideal simplemente si hacemos el esfuerzo”, estimula este tipo de pensamientos.

Pero para algunas personas, perder peso parece ser más difícil que para otros. Y para los que luchan para bajar de peso, que les digan que lograr un cuerpo esbelto es solo cuestión de esfuerzo, suele ser contraproducente.

Veamos algunos puntos importantes que debemos saber sobre el peso, la pérdida de peso y la salud.

 

  1. ¿Qué es una buena salud?

“Podés tener todas las riquezas y el éxito del mundo, pero si no tenés salud, no tenés nada”.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

Probablemente, la mayoría de nosotros estaría de acuerdo con que la salud incluye:

⦁ Mantener buenos niveles de energía durante el trabajo y los momentos de dispersión.

⦁ Sentirse descansado después de dormir bien la noche.

⦁ Interactuar positivamente con la familia y los amigos de forma regular.

⦁ Manejar las afecciones médicas crónicas de forma eficaz.

⦁ Tener una perspectiva optimista y una buena calidad de vida.

Algunas personas eligen comer de una manera específica por razones relacionadas con la salud. Por ejemplo, las personas con diabetes pueden seguir un estilo de vida bajo en carbohidratos porque les ayuda a mantener su nivel de glicemia (azúcar en sangre) en un rango saludable y puede reducir el riesgo de complicaciones.

Por otro lado, muchos eligen ciertos alimentos basándose en el deseo de perder peso. Decimos “salud” como justificación para enfocarnos en la pérdida de peso, cuando -si somos honestos con nosotros mismos- a veces perder peso tiene que ver más con cómo me veo que con cuán saludable me siento.

Una pieza clave del rompecabezas de la buena salud, es tener una relación saludable con la comida. Esto, generalmente tiene menos que ver con lo que comés, y más con lo que pensás sobre la comida.

Una relación estresante con los alimentos puede dañar nuestra salud, tanto como comer alimentos que sabemos que nos hacen sentir mal.

 

  1. ¿Perder peso significa automáticamente tener mejor salud?

Es imposible ignorar los innumerables mensajes sobre bajar de peso a los que estamos expuestos en la televisión, en el consultorio del médico, en Internet y en las portadas de las revistas que vemos en la caja del supermercado y salas de espera. Es evidente que, como sociedad, consideramos de alta prioridad el ser delgados. Pero perder peso puede no siempre conducir a una mejor salud.

Si estás en un peso normal (o cerca de) y en un buen estado de salud, es poco probable que bajar unos kilos mejore tu salud. Incluso si tenés sobrepeso, algunos estudios sugieren que perder peso podría no significar automáticamente más salud o que vayas a tener una vida más larga. Los resultados pueden depender de tu estado general de salud y de cómo hacés para perder peso.

Hay formas saludables y otras nada saludables de perder peso.

Desafortunadamente, algunos métodos que producen resultados iniciales rápidos, suelen

ser contraproducentes tanto para la salud como para el peso en el largo plazo.

Muchas de estas estrategias para perder peso no proporcionan suficientes nutrientes esenciales —los que el cuerpo no puede producir por sí mismo— para satisfacer las necesidades nutricionales. Cuando esto sucede, podés sentir hambre, cansancio, notar sequedad en la piel y pérdida del cabello, entre otras dificultades. Además, tendrás un mayor riesgo de perder masa ósea y músculo, lo cual es muy malo.

Privarse de una nutrición adecuada puede causar pérdida muscular y ósea, lo que teóricamente puede acelerar el proceso de envejecimiento y, en última instancia, poner en peligro la salud.

¡No parece que todo esto valga la pena a cambio de bajar de peso más rápidamente!

 

  1. ¿Cuánto control tenemos sobre el tamaño de nuestro cuerpo?

Es posible que hayas escuchado que la mayoría de las personas que pierden peso recuperan la mayor parte o todo lo que habían perdido. Lamentablemente, es cierto.

Es difícil hablar sobre el tema y más aún aceptarlo. Pero la verdad es que tenemos poco control sobre mucho de lo que influye sobre el tamaño de nuestro cuerpo, independientemente de lo que comamos, tales como:

⦁ La genética:  según las investigaciones, entre el 20% y el 80% del tamaño de nuestro cuerpo está determinado por nuestros genes.

⦁ La epigenética:  ciertas fuerzas externas -como el trauma, la exposición a toxinas ambientales y la escasez de alimentos pueden afectar la forma en que se expresan los genes, activando o desactivando genes específicos heredados.

⦁ La dieta de la madre durante el embarazo: la nutrición materna es una forma de influencia epigenética y puede afectar indicadores de salud del niño en la edad adulta.

⦁ Historial de dietas: si en el pasado perdiste y recuperaste peso varias veces, puede ser más difícil bajar de peso y más fácil ganarlo. Este efecto no está vinculado a lo metabólico, sino más bien al efecto psicológico.

⦁ Estrés:  estar estresado, lleve o no a consumir más alimentos, puede conducir a un aumento de peso.

⦁ Enfermedades y medicamentos:  el hipotiroidismo, el síndrome de ovario poliquístico (SOP), el hiperinsulinismo, la enfermedad de Cushing y otras condiciones tienen fuertes vínculos con el aumento de peso y la obesidad, y por otro lado, el propio sobrepeso los mantiene.

⦁ Perimenopausia y menopausia:  si bien cada mujer es única, la mayoría tiende a ganar algo de peso durante este tiempo.

Claramente, muchas cosas que están más allá de nuestro control afectan el tamaño y la forma del cuerpo. Muchos de nosotros simplemente no podemos lograr el cuerpo que queremos, incluso si le ponemos nuestro mayor esfuerzo.

La buena noticia es que aprender a apreciar nuestros cuerpos como son, es un gran paso adelante en el amor propio y la aceptación, recordá que eso también es parte de una buena salud.

 

  1. ¿Qué es un “peso saludable”?

Aquellos a quienes su índice de masa corporal (IMC) los coloca en la categoría de “sobrepeso” u “obesidad” están expuestos a una serie inacabable de mensajes de salud sobre el aumento del riesgo de diabetes y otras enfermedades crónicas. Estos mensajes reflejan cuánto valor dan los profesionales médicos, de nutrición y de salud pública al uso del IMC para evaluar la salud.

Sin embargo, el IMC se basa únicamente en el peso y la altura, y no en la composición corporal ni en qué lugar se almacena la grasa corporal. No puede decirnos mucho sobre cuán bueno es el metabolismo de una persona.

Los indicadores de buena salud metabólica incluyen, típicamente, una presión arterial normal, glicemia normal, valores normales de insulina, colesterol HDL alto y triglicéridos bajos. Si tenés sobrepeso y obesidad y estos valores están dentro del rango deseado, puede que tengas el peso adecuado para ti. Sin embargo, la obesidad metabólicamente sana sigue siendo un tema controvertido.

Centrarse en estos valores es usar un enfoque médico para el “peso saludable”. Pero un peso saludable también puede ser uno en el que la persona se sienta enérgica y capaz de hacer las cosas que desea hacer sin que le cueste demasiado. Este sería un peso que uno puede mantener fácilmente sin pasar hambre, mientras satisface todas las necesidades nutricionales esenciales.

 

  1. ¿Qué factores interfieren en la forma en que comemos?

¿Por qué comemos? Es una pregunta simple, pero la respuesta muchas veces puede ser compleja.

Los alimentos proporcionan energía (calorías) y nutrientes que necesitamos para sobrevivir: aminoácidos esenciales en las proteínas, ácidos grasos esenciales en las grasas y docenas de vitaminas y minerales que nuestro cuerpo no puede producir por sí mismo.

Aunque nuestros cuerpos están orientados a comer para satisfacer estas necesidades nutricionales, también comemos por otras razones:

  • Alimentación emocional: comernos nuestros sentimientos, es algo que la mayoría de nosotros ha hecho en un momento u otro. También llamada comer por estrés, la alimentación emocional puede variar desde comer un litro de helado después de una ruptura amorosa hasta buscar frecuentemente alimentos para aliviar la ansiedad, la tristeza, el aburrimiento o la ira.
  • Adicción a la comida: algunos individuos ansían constantemente alimentos específicos y encuentran casi imposible dejar de comerlos una vez que han comenzado. Este sentimiento no se limita a las personas con sobrepeso. Para muchos, los alimentos dulces y los carbohidratos altamente procesados son los que desencadenan los antojos e impulsan a seguir comiendo a pesar de estar llenos.
  • Pero comer por razones que van más allá de la nutrición no es siempre algo negativo. También comemos para celebrar, para fortalecer los lazos con nuestro patrimonio cultural y para tejer comunidad con otros.

 

  1. ¿Cómo afectan las redes sociales nuestras opiniones sobre el tamaño del cuerpo y la dieta?

Muchas personas tienen un peso o talla de ropa “ideal”. Y para muchos de nosotros ese cuerpo “ideal” es más pequeño que el cuerpo que tenemos ahora, independientemente de cuál sea nuestra talla o silueta actual.

Esto es tan común que ni siquiera lo cuestionamos. Hoy en día, todos -pero especialmente las mujeres- se encuentran bajo una presión intensa para estar delgadas y en forma. Sin embargo, hace menos de 100 años, las figuras más rellenas eran más deseadas y las chicas “flacas” se consideraban menos atractivas.

Aunque empezó hace ya varias décadas, nuestra obsesión con la delgadez o el “delgado ideal” ha aumentado drásticamente en los últimos años. Y la investigación sugiere que el uso de las redes sociales ha sido un factor importante para esta tendencia.

 

Compararnos con los muchos cuerpos “perfectos” que vemos en las redes puede hacernos sentir inadecuados. La gente puede ver estas fotos y pensar, “¡daría lo que fuera para verme así!”. Esta es muchas veces la reacción que la publicación busca, ¡especialmente si lo que les darías es dinero”

Estos cuerpos “perfectos” suelen promocionar regímenes de suplementos, barras y batidos, programas costosos de dietas y fitness o un sitio web monetizado que obtiene sus ingresos por tus “clics”. Hacer que la gente se sienta mal sobre sí misma es una forma comprobada de conseguir que gaste dinero.

Debemos ser muy críticos con las redes sociales en este sentido.

 

  1. ¿Es posible que tengas una relación poco sana con los alimentos?

¿Qué podría ser perjudicial de una “alimentación saludable”? ¿Ser cuidadosos con la elección de nuestros alimentos no es lo más importante que podemos hacer por nuestra propia salud?

Sí. Pero a veces la “alimentación saludable” se convierte en una preocupación no saludable con la imagen que tenemos del cuerpo o de la comida, aunque a veces es difícil determinar cuándo o cómo esto sucede.

“Ortorexia”, un término acuñado en 1998 es una obsesión con la alimentación adecuada o “saludable”. Para algunos, esto implica comer una dieta con alimentos “puros” solo por razones de salud. Sin embargo, quienes tienen “ortorexia nerviosa” eligen alimentos “saludables” principalmente porque quieren perder peso.

La ortorexia no se clasifica como trastorno alimentario como la anorexia nerviosa, la bulimia o el trastorno de apetito desenfrenado. Sin embargo, se considera como una forma de “alteración” de la alimentación y no refleja sana con la comida.

Los desórdenes alimenticios son complejos y deben ser diagnosticados por un profesional capacitado. Sin embargo, estas son algunas señales de que una persona puede estar demasiado centrada en la comida y el peso, en lugar de su salud:

  • Preocupación por las calorías y macronutrientes hasta el punto de que ocupa gran parte del tiempo libre de una persona.
  • Evitar comer con otros, incluso en restaurantes y celebraciones.
  • Pesarse frecuentemente (más de una vez al día).
  • Hacer ejercicio todos los días, incluso estando enfermos o lesionados, para “quemar” calorías.

 

  1. ¿Qué lugar ocupa una dieta baja en carbohidratos en este panorama?

Perder peso es la razón número uno por la que las personas comienzan a comer una dieta baja en carbohidratos.

Además, es irrefutable que para muchas personas puede ser una herramienta muy eficaz para bajar de peso.

Pero no funciona así para todos. Algunas personas pierden peso inicialmente con bajos carbos, pero luego dejan de perder peso o incluso vuelven a recuperar algo del peso perdido.

Es importante darse cuenta de que incluso en una dieta baja en carbohidratos perfecta, la pérdida de peso no siempre se da de la manera que nos gustaría.

De hecho, varios estudios confirman que tiene sentido enfocarse más en la salud y menos en la pérdida de peso. Las investigaciones demuestran que comer bajo contenido de carbohidratos puede mejorar la diabetes, la enfermedad del hígado graso y otras enfermedades metabólicas, incluso sin que se produzca pérdida de peso.

SUMMUM